Sí, el estrés me enferma… espera, ¿qué dices? ¿Que el estrés también me envejece? What! ¡Pero yo soy estudiante universitari@! Me faltan AÑOS para preocuparme por las canas y las arrugas :P
No, no son sólo las “canas y arrugas” por las que te tienes que preocupar, más bien preocúpate por tu cerebro, tu corazón… ¡y hasta tu ADN!
A corto plazo
Todos hemos sentido los síntomas del estrés académico –claro que unos más que otros. Primero, la ansiedad. Luego el insomnio. Y por último, la tristeza que viene con la preocupación y desesperación. En un estudio realizado por Robert Spalosky con babuinos en África, resultó que los simios dominantes presentaban más dopamina (neurotransmisor relacionado con el aprendizaje, conducta, estado de ánimo y satisfacción) que aquellos simios subordinados (Sapolsky, 2008). Estos babuinos subordinados no sólo tienen una menor capacidad de aprendizaje y placer, sino que también tienen un promedio de vida menor a los machos dominantes. Esto aplica también para los humanos. Con la ansiedad, no se puede tener un momento de paz. Con el insomnio, no se puede tener un buen rendimiento académico debido al cansancio físico y mental. Y con bajos niveles de dopamina, no sólo se está triste, sino que no se puede disfrutar al máximo y se llega a tener un promedio de vida más bajo al normal.
A la larga
El estrés crónico lleva a enfermedades cardiovasculares. En el mismo estudio realizado por Sapolsky, se observó que las arterias de los babuinos dominantes estaban limpias, mientras que la de los machos subordinados tenían una placa de grasa (Sapolsky, 2008). Esto es ocasionado porque, al presentarse una reacción al estrés, incrementa el ritmo cardiáco junto con la presión sanguínea. Una alta presión sanguínea con el tiempo lleva a la erosión de las paredes de las arterias, quienes ahora están expuestas a acumular grasa. En un momento de mucho estrés, sube la presión, y cuando las placas en las arterias ya obstruyen el flujo sanguíneo, puede presentarse un infarto.
El sistema inmunológico también se ve seriamente afectado por el estrés. Como mencioné en el post Lo bueno y lo malo del estrés, el sistema inmunológico deja de funcionar ante una situación estresante. Cuando se presenta un caso de estrés crónico, el sistema inmunológico puede no estar parado al 100%, pero obviamente no funciona como debería. Por eso cuando estamos estresados es más fácil que nos dé gripa, o pesquemos un virus por allí.
Algo más que afecta el estrés que es vital en nuestras vidas es nuestro código genético (Sapolsky, 2008). Así es camaradas, lo leyeron bien: ¡nuestro CÓDIGO GENÉTICO! El estrés crónico cambia la manera en cómo almacenamos grasas, concentrándolas principalmente en el abdomen. Por eso es conocido que los hombres mayores de clase media tengan su “pancita.” Las grasas almacenadas en esta área son las más peligrosas, porque se encuentran muy cerca del corazón.
Pero no son sólo las grasas las afectadas. ¡No señor! Existen unas tapitas en las puntas de nuestros cromosomas llamadas telómeros que mantienen la estructura del mismo y previenen su fragmentación. Lo que hace el estrés crónico es meterse a nuestras inocentes y desprotegidas células (ya abandonadas tras el “fallecer” del sistema inmunológico), así como un ladrón a un banco, y se las roba. Bueno, no se las “roba,” pero sí las acorta, dejando que se deshilachen poco a poco nuestros cromosomas. La reducción de los telómeros es normal en el proceso de envejecimiento, pero lo que ocasiona el estrés es que se acelere el proceso. De acuerdo con los estudios de la Dra. Elizabeth Blackburn de California, 1 año de estrés crónico es equivalente a 6 años de envejecimiento en una persona normal (Sapolsky, 2008). ¡6 años!
Ingredientes para reducir el estrés y promover la longevidad
La Dra. Blackburn ha descubierto una enzima que permite recuperar el largo de los telómeros y prolongar el promedio de vida de individuos estresados. No sólo eso, sino también descubrió que hay dos ingredientes clave para promover la longevidad: la compasión y el cariño. En un estudio realizado en California con madres de niños discapacitados, Blackburn encontró que aunque estas señoras sufrían de estrés crónico, el cariño y compasión que las impulsaba contrarrestaba los efectos del estrés. Mágico, ¿no creen?
Así que mis queridos compañeros, amen la vida y amen su carrera, porque puede ser que así ya no les salgan tantas canas.
Referencia: Referencia: Sapolsky, R. (Investigador) (2008). Killer stress [Episodio de Serie de Televisión]. En Stanford University, (Productor Ejecutivo), National Geographic Special. National Geographic Television. Obtenido enhttp://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=uvAtIT7E_UE